Las hijas del Diablo

En la sombra de un portal virtual,
donde LinkedIn se alza como umbral,
surgen espectros de traje y sonrisa,
con preguntas afiladas, cual daga precisa.—

¿Tienes título? ¿Tienes tarjeta?—
inquieren con voz de amarga saeta.
—¿Puedes certificar tu andar?—
como si el tiempo fuera un vil azar.

Con mirada fría, de juicio impío,
escudriñan datos con aire sombrío.
—¿Cuántos años cargas? ¿Dónde moras?
¿Por qué en las empresas no echaste raíces como enredaderas voraces?

—No importa el arte, la mente, el ingenio,
para ellas solo vale el santo diseño:
papeles sellados, sellos sagrados,
años contados, contratos jurados.

La legión del Infierno

Mas pocos saben el oscuro pacto,
sellado en un círculo vil y exacto,
donde una legión de demonios se alza,
guiando sus manos, su lengua, su farsa.Criaturas de azufre, de garras hirientes,
susurran promesas a mentes silentes.

Y así, Satanás, con gozo espantoso,
toma hijas devotas con júbilo odioso.Las dota de frialdad, de voz implacable,
las viste con juicio de arpía imbatible.
Les da un mandato, un solo destino:
ser el tormento de todo camino.

Que el proceso sea un calvario ardiente,
que el alma del pobre postulante lamente.
Que las esperanzas se tornen ceniza,
que el silencio cruel su espíritu desliza.

El hostil ritual

Con correos vacíos, con ecos ausentes,
practican el ghosting con risas dementes.
Te llaman, te filtran, te hacen promesas,
y luego desaparecen como sombras espesas.Porque en su reino no hay compasión,
solo la regla de la desolación.
Si no encajas en su cuadro dorado,
serás olvidado, serás descartado.

Epílogo de la condena

Así, las hijas del Diablo gobiernan,
con ojos sin alma y fauces que cierran.
No buscan talento, no buscan pasión,
solo veneran su fría opresión.

Y en cada entrevista, su rito prosigue,
su danza macabra, su juicio persigue.
Que tiemble el que sueña con un porvenir,
pues ellas están listas para hacerte sufrir.